Erase una vez que se era, una época, ya lejana, en el siglo pasado, cuando servidora se bebía hasta el agua de los floreros (tampoco tanto, pero hay que poner un punto dramático y exagerado a la narración) y al día siguiente estaba fresca como una lechuga e hiperactiva.
Entrado el siglo XXI, y tras cumplir varias veces 35 años, puedo confirmar que ya no estoy para muchos trotes.
2 vinos y 1 caipiroska (ver Instagram) me han dejado como si una panda de chonis me hubiese dado una paliza por mirar al Jonatán ; y dos Gelocatiles y una cafetera hasta arriba no lo han arreglado.
Conclusión: tengo que salir más que estoy desentrenada.
Aunque tal vez no sea cuestión de entrenamiento, porque mirad a la Moss, que si darle al drinky fuese deporte olímpico esta era pentacampeona como poco, y ahí la tenéis, dando tumbos por London City, "a su edad".
¡¡¡Qué duro es llegar a vieja!!! (y triste)
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