lunes, 8 de diciembre de 2014

CENAS DE AMIGAS : ME HAN DADO GARRAFÓN

Vale, ya hemos salido, súper peinadas de peluquería, pintadas como una puerta y con un modelete que podemos denominar #todoloquetengotraigo.

¿Os acordáis cuando en nuestros años mozos nos partíamos de risa con las marujas que se bebían un poco de vino en la cena anual del "Club de Macramé" o de la "Asociación de bailes regionales"  y las veíamos todas piripis por ahí?

Pues esas "marujas" ahora somos nosotras.  Así nos verán las hordas de veinteañeras que salen a cenar juntas.

Encima, lo reconozco, ya estoy desentrenada, y con dos vinos canto la Traviatta, me pongo cariñosa, exalto la amistad y la enemistad, me da vueltas la cabeza, cuando llego a casa quiero morirme y al día siguiente desayuno café con Gelocatil del 1.

Es la triste realidad:  ya no aguanto como antes.

Con lo que claro, dos vinos en una panda de #señorasquellevanañoscumpliendo35 puede hacer que nos volvamos asquerosamente sinceras y se nos vaya la lengua más de la cuenta contando cosas que NO deberíamos contar, o mostrando nuestra más expresiva cara de asco a quien nos cae mal (con el alcohol se olvida el Pantojisto Dientes Dientes).

 
El caso es que al día siguiente te duele todo como si te hubiesen dado una paliza (aunque llegaste a casa a la 1 de la mañana, nada de quedarte hasta las 8 como en tu juventud), y como "cualquier tiempo pasado fue supuestamente mejor" decimos "es que ahora dan garrafón en los bares, no como en NUESTRA época que era alcohol de "verdad" (sí, de quemar).

Eso sí, sobre las tonterías y confesiones de la noche anterior los años han hecho que corramos todas un es-tupido velo.

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