Cuanta gente hemos visto que al acercarse te tiras para atrás de lo que le canta el aliento.
El halitoso tiene que andar todo el día mascando chicle y moviendo la mandíbula como si fuese un dromedario, con cuidado de no pasarse con una sobredosis chiclil porque es sabido que tiene efecto laxante y te puede chafar la noche.
O echándose cosas como los sprays esos que colocan sólo de olerlos, o los chicles que llevan perejil (fijo que Arguiñano tiene algo que ver en esto).
En mi época de fumadora empedernida probé de todo y os aseguro que es casi más desagradable que la halitosis.
Nadie está libre de la dichosa halitosis porque a ver ¡qué levante la mano quien no tenga halitosis mañanera!.
Ese "bonito" momento al principio de toda relación cuando todavía te importan esas cosas, y te deslizas cuan caco de la cama para ir al baño a lavarte los dientes y pegarte un chupito de Listerine, y luego volver sigilosamente y hacer que te acabas de despertar con un aliento a mojito antes de echarle alcohol que da gloria olerte (así se engaña a un hombre).
O cuando en un bar se te acerca ese tío bueno al que le tienes echado el ojo desde hace cinco años y justo esa noche has cenado patatas alioli y para disimular le ríes las gracias poniendo la mano delante de la boca cuan geisha, que pareces tonta.
Estoy convencida de que a Myley le canta el aliento porque esa lengua blanca.....
Bueno, y como este problema lo sufre más del 50% de la población mundial tendremos que pensar en una solución para forrarnos y de paso que nos deje de cantar el aliento.
Sí, es desagradable, pero es lo que hay.
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