Ya llega el verano. Empieza la temporada oficial de comidas al aire libre, banquetes en chiringuitos, bocatas en el campo, barbacoas con los amigos (más conocidas como "parrilladas"), espichas (ojo que no es nada obsceno, que en el Norte somos "fartones pero estrechos decentes") y fritangas varias.
Así que empiezan mis problemas de relaciones con los amigos y familiares (políticos) y mis achaques varios.
Lo que os voy a contar habla mal de mi, pero es lo que hay.
A ver, ahí va:
Me llamo Carol B, vivo en Invernalia y me dan asco los bocadillos y empanadas reblandecidos, los manteles de hule, las barbacoas en el campo donde no hay grifos para lavarse las manos ni retretes para miccionar y ya se sabe lo que tienen que tocar los hombres para echar el chorro detrás de un árbol y luego van a hacer los chorizos criollos, compartir vaso de sidra con "los otros" (menos mal que ahora te suelen dar uno por persona), los chiringuitos llenos de moscas, fritangas y gente medio en bolas enseñándote el sobaco peludo desde la mesa de al lado, las tortillas que suden en un tupper antes de ser comidas, el papel de Albal, las cartas de bares plastificadas llenas de huellas "grasosas" que harían felices a todos los CSIs, la ensaladilla rusa "del tiempo" (nido de salmonela donde lo haya), ver gente comiendo en bañador, ver pechos-lobo haciendo barbacoas en los merenderos mientras sudan como marranillos y desprenden más pelo que la gata de mi madre... ¿sigo o ya os he revuelto el estómago para que os pongáis en situación?.
El verano es esa época de calvario culinario para una servidora.
Lo que suelo hacer es evitar ir a "banquetes" de este tipo poniendo todo tipo de peregrinas excusas que en principio parecen convincentes, pero claro, tanta excusa, tanta excusa, SIEMPRE.....ya huele más que un bocata de Cabrales al sol.
El año pasado no me quedó otra (bajo amenaza de divorcio) que ir a una barbacoa en el campo. Oye, y al final muy bien, genial, fenomenal, estupenda, maravillosa....más que nada porque sólo comí empanada de la que había hecho yo esa misma mañana para que estuviese crujiente (sí, sí, mucho rollo rústico pero la empanada recién hecha triunfó como la San Miguel en una despedida de soltero de ingleses en Benidorm) y aunque normalmente soy muy seria y borde, estuve suuuuuuper simpática con todo el mundo gracias a la fermentación de la manzana asturiana, también conocida como SIDRA, bebida en cantidades industriales como si no hubiese un mañana sidrero en Asturias y se fuesen a terminar todas las manzanas de nuestra adorada Invernalia por causa de alguna plaga bíblica con efecto retardado. Y todo ello rematado con un buen chupito de alta graduación (concretamente ORUJO de miel).
A la playa siempre voy comida. ¿Qué somos, personas o cangrejos rumiando arena?.
A la playa siempre voy comida. ¿Qué somos, personas o cangrejos rumiando arena?.
El tema: "merenderos", "chiringuitos" y "bares y restaurantes de batalla" está vetado para mi estómago gourmet.
Os cuento: tengo dos problemas.
1.- Me encanta la cocina y Dios me ha dotado con un paladar que ni Chicote. Vamos, que hablando en plata: "pillo al vuelo todas las pifias, marranadas y cutrerios varios de los bares de Ejpaña". Además, a todos los escrupulosos nos toca siempre el pelo, la mosca en la copa de vino, el trozo crudo o pasado, el postre revenido, el tenedor sucio, la cucharilla llena de huellas dactilares, el vaso con pintalabios....
Os juro que me gustaría tener una tragadera como la de un camionero pasando la frontera después de haber estado viajando por Europa en general y por el Reino Unido en particular, pero es que no, tengo la desgracia de distinguir lo congelado de lo fresco, el marisco del mar del de cetárea, lo recalentado de lo recién hecho, lo hecho con mimo y cariño de lo batallero.
Y es una desgracia, porque rara vez salgo contenta de un restaurante (de los "normales", claro está que no estamos para Bulling, digo Bulli, bueno que ya no existe, además que porras, si mi ídolo es Arzak, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Ferrán Adriá, el puñetero sheriff de la alta cocina española es mi Juan Mari).
2.- Tengo el estómago jo...robado y vomito más que Stan el de South Park si no me tomo el Omeprazol.
¿Y qué tiene eso que ver con los bares de fritanga?.
Pues que mi estómago tiene un detector de aceite barato y/o recalentando y si me llevo a la boca algo cocinado ahí, me sienta mal y me pongo a morir.
Resumiendo: Que tengo un estómago pijo.
Resumiendo: Que tengo un estómago pijo.
Juas juas juas!! No sabes cómo te entiendo, a mí también me pasa lo mismo!
ResponderEliminar¡Qué alegría! ¡alguien que me entiede y no me llama "repugnante"! jajajaja
Eliminar