Una de las cosas que te pierdes cuando estás en el paro son las cenas o comidas de Navidad.
Esas entrañables veladas cuando tienes que confraternizar con todo el mundo, generalmente embriagados por el espíritu navideño (y las copillas de más).
En las fiestas de la oficina he visto de todo, como Sodoma y Gomorra, pero ha habido momentos que se me quedaron grabados en la retina....y en el móvil (risilla maliciosa).
Un revieja estirada de Marketing haciéndole acoso sexual a un yogurín, perdiendo los papeles por completo, acorralándolo contra una pared y enseñando más de la cuenta.
A la de RR.HH. haciéndose un baile "sesi" contra un poste (ahí los móviles no dieron abasto grabando).
Jefes tirándole los tejos a becarias.
Jefes dándolo todo en la pista de baile como si no hubiese un mañana (bueno, igual era que "mañana" la parienta no le iba a dejar salir más).
Jefes achispados con un copazo de coñac en una mano y un puro en la otra, cantando habaneras y perforándonos el tímpano a los allí presentes.
Lo curioso era que los "curritos" eran los que más se moderaban, tal vez por miedo a soltar más de la cuenta y ganarse un finiquito de regalo de Navidad.
¿Y qué hacía yo? Pues observar, observar, observar y partirme de risa, que para desmadrarme ya tengo a mis amigos.
Si es que hay algunos que no los puedes sacar de casa.
Si es que hay algunos que no los puedes sacar de casa.
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